La mayoría de los reformadores fueron
preparados en un contexto renacentista con excepción de unos pocos, como Martin
Lutero, por lo que su desarrollo teológico tambien debe comprenderse desde su
contexto de formación. En la época de Lutero, conocido como el primer
reformador, se evidencia a una persona que sería pieza clave para la Reforma:
Erasmo de Rotterdam. Este hombre fue conocido principalmente por su traducción
del Textus Receptus del Nuevo Testamento, y aunque fue un humanista, llamado
por muchos “el príncipe del humanismo”, Dios lo usó para editar el texto griego
del Nuevo Testamento que los reformadores usaron para la Gloria de Dios. Este
texto receptus fue el resultado de una larga revisión de manuscritos de las
Sagradas Escrituras para poder editar uno que fuera lo más cercano posible a
los Autógrafos o manuscritos originales, su revisión tan precisa hace que pueda
afirmarse que el Textus Receptus sea prácticamente una copia autentica del
original, dándole confiablidad al mismo, que luego usaran los reformadores para
traducirlo a diferentes idiomas de algunas naciones que lo pudieran tener tambien
en su propio idioma.
Erasmo, aunque fue usado por Dios, era
un humanista producido en la iglesia católica romana que condenó a Lutero por
la doctrina de la esclavitud de la voluntad humana que enseñó en pocas palabras
que "el libre albedrio, después del pecado es solo un nombre"[1]. La explicación
sencilla de la anterior afirmación es que el pecado hizo esclavo al hombre de
tal manera que este no puede hacer nada por sí mismo para tener libertad, a
menos que Dios lo libere de su propia esclavitud como lo enseña la Biblia. Éramos
no estaba de acuerdo con la enseñanza de Lutero porque contradecía su
pensamiento humanista, aun asi los reformadores que siguieron las Sagradas
Escrituras y a muchos prereformadores como Wyclife determinaron enseñar a los
cristianos el sometimiento absoluto a las Sagradas Escrituras y a una vida de
piedad constante, o como decía la primera tesis de Lutero “Cuando nuestro
Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido
que toda la vida de los creyentes fuera penitencia”[2], por lo
que de manera practica estos reformadores enseñaron a los cristianos a que en cualquier
cosa que hicieran en su vida tenían un llamado legítimo, no siendo más
espiritual predicar la Biblia que ser un zapatero si lo hacías para el Señor,
por lo que el propósito de lo que hacemos es lo que diferencia a lo sagrado de
lo profano.
La anterior discusión fue descrita como
introducción para poder comprender un poco mejor la interpretación y posturas
de las ramas más populares de la reforma: arminianos y calvinistas sobre los
mandamientos que respectan principalmente a la Gran Comisión.
La Gran Comisión: Dos miradas
diferentes
Los conocidos “reformadores” han
recibido esta designación debido a que lo que buscaron en sus inicios fue un
movimiento que no buscaba empezar de cero, como un destruir y volver a
construir, no en todo, sino que reconocieron que la Iglesia del primer siglo
eran su gran ejemplo para volver a ellos, quienes se sometieron a las Sagradas
Escrituras, por lo que ellos tambien debían hacer lo mismo. La Iglesia de hoy
en día requiere esta reforma que busque llevarlos a su fundamento, porque es
las Escrituras que la Iglesia tiene su fundamento, puede haber discusión en
este término, pero no en lo que debe ser el fundamento de un verdadero creyente
que es en las Sagradas Escrituras.
La Gran Comisión es el nombre que la
Iglesia ha dado al mandato claramente expresó en Mateo 28:18-20 que dice:
“Y Jesús se acercó y les habló
diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os
he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén.”
Se le ha llamado la Gran Comisión,
porque fue la ultima orden que dio Jesucristo a la Iglesia antes de ascender a
los cielos, de tal manera que se puede ver que fue una ordenanza no dada a solo
unos cuantos sino a toda la Iglesia y que debido a que fue la última ordenanza
de Jesucristo tiene una gran relevancia, por lo mismo se le ha preferido designar
el titulo para esta ordenanza “la Gran Comisión”. En la misma se han designado
dos nombres que se han visto relevantes: evangelismo y misiones. El primero,
evangelismo, es la acción del creyente de predicar el evangelio a los perdidos,
los que no son salvos, y en la segunda, misiones, es la consecuente de la
primera, en el sentido de que no se limita a la conversión de los incrédulos sino
que busca cimentar en ellos un discipulado. Esta segunda palabra es la que más conflicto
ha representado, muchos prefieren no usarla por su ausencia de claridad en el
significado. A continuación se discutirá un poco más sobre este término.
La palabra misiones es el plural de la palabra
misión la cual, según la Real Academia Española (RAE), es “poder, facultad
que se da a alguien de ir a desempeñar algún cometido”.[3] La
semántica de la Palabra corresponde al significado de la Gran Comisión que se
sujeta a la ordenanza de Mateo 28: 18-20 porque enseña un encargo que debe ser
ejecutado, pero ¿Por qué la palabra está en plural y no en singular si solo es
una misión? La respuesta puede ser por el elemento doble en la gran comisión que
es evangelizar y discipular, es decir que no solo es uno sino es más de una misión
descrita allí, haciendo que el plural sea válido, otra postura que argumenta el
concepto es que se piensa en naciones en plural lo que hace pensar en misiones
en plural, como ninguna de las dos se contradicen podrían verse como un
complemento para poder comprender un poco mejor el uso de esta palabra. Si aun
con lo anterior no te parece correcto usar esta palabra, no hay problema, está
bien, pero lo que si es necesario comprender es el elemento doble en la Gran Comisión:
el evangelismo y el discipulado, por lo tanto un misionero debe ser alguien que
procure evangelizar para luego llegar a un discipulado conforme al Espíritu
Santo le va dirigiendo, porque si no hay conversión en el incrédulo no puede
haber un discipulado.
La
diferencia de estos conceptos de evangelismo y discipulado (o misiones) en la teoría
y practica presenta grandes brechas entre arminianos y calvinistas. Los grupos
tradiciones de la Reforma: arminianos y calvinistas no concuerdan en muchos
conceptos bíblicos, debido a que han construido perspectivas diferentes desde
la interpretación bíblica. No creo que uno sea mejor que el otro, como tampoco
estoy de acuerdo con esta clase de denominaciones dentro de la Iglesia, pero
considero que como veremos, por medio de la historia, los calvinistas han
procurado ser más centrados en la Biblia, su sometimiento reverencial les ha
dado un lugar de honor, pero entre ellos tambien se han dado diferentes problemáticas
debido a que algunos han caído en el racionalismo premeditado que los ha guiado
a hacer declaraciones heréticas. En cuanto a los arminianos se han evidenciado
personas que han sido de gran impacto a la Iglesia, por lo que no se pueden
descartar por completo. Ante lo reconocido históricamente en estos conflictos
muchos han preferido llamarse simplemente cristianos bíblicos quitando todo tipo
de rotulo o designación ni bíblica.
Creo
que en la oración y en el evangelismo entre calvinistas y arminianos existen
muchas cosas en común, pero tambien unas grandes diferencias que no se deben
pasar desapercibidas. Se podría preguntar un calvinista ¿Por
qué evangelizar si Dios ya escogió a unos para que fueran salvos y a otros no? La
sola pregunta revela un escaso conocimiento de la evangelización. La
evangelización no es una obra de hombres, es algo que deberían reconocer los
arminianos, no es como si el hombre fuera una especie de salvador, sino es un
mandato de Dios que debe ser obedecido y una ofrenda que glorifica a Dios,
enseñando Su Salvación, porque aunque Dios escogió a unos para Salvación el
medio que determinó para salvarlos fue su Palabra, el evangelio.
El ser humano, Adán y Eva, fueron
creados en un estado de inocencia. Ellos y en específico Adán, representaban a
la raza humana, pero como representante no fue fiel a Dios. Desde la caída de
nuestro representante, la cabeza federativa, el ser pecaminoso es algo que se
ha heredado a todo el cuerpo, de generación a generación, aun asi se debe
anunciar el verdadero evangelio, porque es por medio del verdadero evangelio
que Dios ha determinado que sus elegidos le conozcan.
En Efesios 2: 1-3 se reconoce la
totalidad del pecado en todos, porque todos los seres humanos estamos, por
naturaleza heredada de Adán, muertos espiritualmente, separados de Dios, en
depravación total, condicionados a un querer continua y solamente el mal, en
coherencia a las corrientes y poderes de este mundo que están bajo el dominio
de satanás.
La naturaleza humana caída, dictamina y
orienta sus deseos, voluntad y pensamientos. Es la herencia de Adán, por lo que
la totalidad del pecado significa que todos los seres humanos estamos bajo el
juicio de Dios. Los que no han nacido de nuevo, deben escuchar el mensaje del
evangelio, porque no han salido del estado que describe Romanos 3: 9-20 y nunca
saldrán por sí mismos sino solo por Dios en Jesucristo, si asi Él quiere. Por
esta razón es importante predicar el evangelio para que los que estén muertos
tengan vida y asi puedan glorificar a Dios, sea que este grupo de muertos este
entre los vosotros, nosotros o ellos.
Dios es Soberano, hace como Él quiere,
tiene misericordia del que quiere y en eso debemos descansar, no como una
excusa para no anunciar el evangelio o hacer discípulos, sino como un motivo
para confiar cada vez más en Él. Asi tambien en Su Misericordia Dios escogió a
personas, pero como la condición de Su Salvación es la fe en Jesucristo y el arrepentimiento
les dio fe y arrepentimiento en Jesucristo y asi hace con todo aquel que ha
escogido. Pero ¿acaso lo anterior no es una excusa de los calvinistas para no
predicar el evangelio? De ninguna manera, aunque algunos lo hayan tomado de
esta manera. Si recordamos, en la historia, los reformadores procuraron motivar
las misiones enviando a diferentes misioneros preparados en la sana doctrina a
diferentes lugares del mundo, lamentablemente se ha visto que en algunos
lugares y periodos tambien se han dejado enfriar principalmente por esa falsa enseñanza
del hipercalvinismo.
Los cánones de Dort ofrecen una
compresión mucho más clara de nuestros deberes evangelísticos. Este es el
evangelio que se predica desde la teología reformada calvinista que lo
diferencia del arminianismo: en el pacto de obras se encuentra toda persona
desde que nace en este mundo y su resultado siempre será el mismo, la muerte, por
lo que necesita entrar al Pacto de Gracia y para entrar solo se requiere nacer
de nuevo. En este pacto, el Nuevo Pacto, no se requiere de nuestra obediencia,
solo es requerida la obediencia de Jesucristo, el segundo Adán. Quien ha nacido
en este pacto, sabe bien que este pacto es y produce vida.
Conocer lo anterior debe llevarnos a
glorificar a Dios, y presentar nuestra vida como un sacrificio de gratitud a
Dios por su muerte expiatoria. En el evangelismo y las misiones no se
recomienda empezar diciendo Dios te ama o tiene un gran plan maravilloso para
ti, porque la verdad debe ser predicada desde su comienzo, que alguno han
llamado la mala noticia, pero no es que debemos pensar en decir una mala
noticia antes que la buena noticia, sino que toda es buena noticia, porque no
habla del hombre sino de Dios como mensaje principal, enseñar que Dios es Juez
justo que debe condenar a todo el mundo porque todos pecaron, es un mensaje
revelador muy bueno que revela un importante atributo de Dios: su Justicia, lo que
debe llevar a un despertar del pecador para poder apreciar la Gracia de Dios.
Nadie que no ame a Dios puede recibir
la verdadera bendicion de Dios, pero nadie puede ir a Dios, esta es la primera
noticia que debe ser anunciada. El ser humano no solo pecó, sino que desde que
pecó continúa pecando sin cesar, su vida está en una continua caída. Nacemos
naturalmente fuera del Jardín, muertos, sin vida, pero Dios da vida y por medio
del evangelio: el nuevo nacimiento.
El concepto de evangelismo en la época
actual se ha entendido más como el concepto de caridad introducido en la edad
media, como si le estuviéramos haciendo un tipo de favor a Dios, pero este es
un concepto erróneo. No predicamos el evangelio porque Dios necesita que lo
prediquemos, Dios no necesita nada del ser humano, ni siquiera su adoración,
porque Dios es Dios y se ha revelado en Su Palabra como El Único Ser
Independiente (Aseidad) que no aumenta ni disminuye en gloria por su creación,
sino es el que es a pesar del tiempo, porque es Eterno.
Evangelismo y misiones desde Whitefield
y Wesley
El arminianismo y calvinismo son dos corrientes teológicas populares en el
mundo evangélico, pero no son las únicas, no es como que el que no es arminiano
es calvinista, o viceversa. Pero debido a su popularidad se han de enseñar,
pensando en el evangelismo y misiones, veamos dos de sus mas grandes
representantes humanos en materia de evangelismo principalmente: George
Whitefield, desde el calvinismo, quien difirió de John Wesley, representante
del Arminianismo y fundador del Metodismo.
John Wesley se declaró abiertamente
arminiano, en una ocasión predicó abiertamente un sermón contra la doctrina de
la predestinación, la cual refutó su gran amigo George Whitefield, por medio de
una carta, la cual entre muchas cosas escribió lo siguiente de una manera muy
respetuosa y reverente:
“Por
algún tiempo antes, y especialmente desde mi última partida de Inglaterra,
tanto en público como en privado, en predicaciones o en forma impresa, tú has
estado propagando la doctrina de la redención universal. Y cuando recuerdo
cómo Pablo reprendió a Pedro por su disimulo, temo que he pecado al guardar
silencio por tanto tiempo. Entonces, no te enojes conmigo, mi estimado y
honrado señor, si ahora libero mi alma, al decirte que en esto cometes un grave
error(…) Creo en la doctrina de la reprobación, en este sentido, que Dios
quiere dar gracia salvadora, por medio de Jesucristo, solo a cierto número, y
que al resto de la humanidad, después de la caída de Adán, les dejó Dios con
toda justicia, continuar en sus pecados, por lo cual de forma justa también,
sufrirán muerte eterna que es el pago merecido (…)¿No ha sido Dios, quien ha
elegido la salvación para cierto número, el mismo que ha determinado que sea la
predicación de la Palabra el medio por el cual los traerá a sí? ¿Será que hay
quien cree en la elección en otro sentido? Y si fuera así, ¿cómo es que se
vuelve innecesaria la predicación a los elegidos, cuando el evangelio está
designado por Dios mismo como poder para la salvación eterna de ellos? Y como
nosotros no podemos saber quiénes son elegidos y quiénes reprobados, debemos
predicar sin discriminación a todos. Porque la Palabra puede ser muy útil,
incluso a los no-elegidos, al refrenarles de mucha más maldad y pecado. Sin
embargo, es suficiente razón para mostrar la mayor diligencia en la predicación
y escucha, si consideramos que por este medio, algunos, tantos como el Señor ha
ordenado a vida eterna, serán vivificados y habilitados para creer (…) Yo
pensaba que alguien que lleva la perfección a un punto tan exaltado como lo
hace el querido Sr. Wesley, debería saber que un verdadero amante del Señor
Jesucristo luchará por ser santo por el hecho mismo de ser santo, y trabajará
para Cristo por amor y gratitud, sin esperar recompensas en el cielo, o por
temor del infierno.”[4]
George Whitefield, teólogo reformado
evangelista y calvinista, que a diferencia de John Wesley, presentó en el
evangelismo la exclusividad de la salvación en que Solo Jesucristo puede
redimirnos de la maldición de la Ley, pero esto fue una idea refutada por los
arminianos que creían que el ser humano tenía participación en su salvación
porque tenía un poder de libertad para elegir, similar a lo que decía Erasmo de
Rotterdam. El ser humano no tiene ninguna participación en su salvación, pero
todo evangelista debe hacer un llamado a todo ser humano al arrepentimiento, como
si este pudiera ser salvo por su arrepentimiento y fe, porque si ha de ser
salvo por esta dupla de arrepentimiento y fe, pero es un don que no se obtiene
por la persuasión de los predicadores sino por el oír la bendita Palabra de
Dios, por lo tanto debemos evitar enseñar que el ser humano es salvo por su
merito en el arrepentimiento y fe, porque esto solo proviene de Dios.
Dios se acerca al hombre, y podemos tambien
reconocer la predestinación, pero este concepto de predestinación no es
prudente compartirlo en medio de la evangelización, sino mejor en el
discipulado, porque puede llegar a confundir y frente al mismo tambien hay
diferencias de interpretación, esta doctrina es solo para los santos, por lo
tanto es necesario evitar enseñarlo en la evangelización. En el evangelismo
se enseña básicamente tres elementos: la ley, el juicio y la redención.
Como cristianos tenemos un llamado
evangelista para hacerle a todo hombre, que cambie su modo de pensar, huya de
la ira venidera, y se acerque a Jesucristo por medio de la fe. Pero tambien
debemos reconocer, aunque no es necesario decirlo, que en medio de la evangelización
se podrán ver diferentes tipos de personas, unos escucharan otros no, porque
unos han sido elegidos por Dios para esta hermosa salvación mientras otros no,
pero ninguno tiene una etiqueta que enseña quien escuchar o quien no, por lo
que a todos debemos predicar el evangelio. La voluntad es libre de elegir lo
que quiera, pero lo que quiere el ser humano no es lo bueno, por lo que en el
nuevo nacimiento hay un cambio de naturaleza, por lo tanto de deseos, que serán
lo único que hará posible el arrepentimiento y la fe en Jesucristo.
Dios, el Dios único y verdadero, personal,
que se encuentra sobre todo y todos, trascendente e inmanente, ausente y
presente, incomprensible pero cognoscible, por eso personal para el creyente,
es el único que puede transformar al ser humano, por lo que toda honra le debe
aquel que ha sido transformado, regenerado, llamado de la muerte a la vida,
porque ha sido por su Gracia, por ningún mérito propio que nos ha salvado. La
doctrina bíblica expone claramente la condición del ser humano, de tal manera
que la humilla hasta reducirla al simple polvo y vanidad, para que reconozca la
grandeza del Señor, Dios Todopoderoso. En el libro de J.C. Ryle de grandes
lideres del siglo pasado se puede revisar de manera impresionante la vida de
dos hombres del Señor George Whitefield, que representaba el Calvinismo y
John Wesley un seguidor del Arminianismo y quien introdujo inicialmente el
Metodismo, muy diferentes, pero personas que no se conformaron a este siglo
sino a pesar de sus diferencias doctrinales aprendieron a trabajar juntos para
el Señor, con un corazón que buscaba ser fiel a Él y a Su Palabra, aunque muy
probablemente tuvieron muchas equivocaciones de interpretación de las
Escrituras y en sus vidas prácticas y circundantes. Pero sin quedarnos en los
errores sino en lo que podemos aprender, debemos tomar el buen ejemplo de
personas piadosas como ellos, asi tambien como el de J.C. Ryle que escribió
este libro, entre otros, con la esperanza de que la Iglesia de su época dejara
a un lado la idolatría falsa y silenciosa que no dejaba ver con claridad si
seguían a Mahoma, Confucio o a Jesús. Ryle, en su libro expone como una persona
fue a cada iglesia en Inglaterra y encontró como resultado una gran confusión,
muy parecido a lo que ocurre en nuestros dias.
Es muy significativa la vida de J.C.
Ryle en su sencillez, aunque fue formado con la mejor educación posible
pastoreó una humilde congregación en la ruralidad con gozo y como para Dios,
asi tambien se pueden vislumbrar otros ejemplos como el de C. T. Studd, George Müller,
Richard Wurmbrand o David Livingstone, ejemplos para que sigamos para no
enorgullecernos y es que este debe ser el resultado de una buena teología: una
vida humilde, porque entre más conocemos a Dios a través de Su Palabra más
debemos humillarnos a nosotros mismos, porque somos necios necesitados
constantemente de Él y de Su Gracia alentadora.
No es difícil creer en que hay un dios,
muchos lo consideran una idea innata en la humanidad, pero creer de manera verdadera,
sincera y reverente en el Dios verdadero es muy diferente, como dijo Paul Washer
“las personas con la fe verdadera no solo creen que hay un Dios, sino que
confían en lo que Él ha dicho y dependen de eso”[5]
El evangelio es para creyentes y no
creyentes, al creyente le afirma en la fe y al no creyente le guía a la fe en
Jesucristo como enseña 1 Juan 5: 13, por lo tanto debemos predicarlo a todos,
sin excepción de personas, pero reconociendo tambien que evangelizar a los
perdidos no es lo mismo que a los que han nacido de nuevo, porque evangelizar a
los que no conocen a Dios es reconocerlos como impíos pecadores que se encuentran
lejos de la Gracia de Dios, pero evangelizar a los que conocen a Dios es dado
en medio del discipulado reconociendo que son parte del pueblo de Dios,
cimentados en la Roca por la Gracia de Dios, salvos siempre salvos que deben
fortalecer su fe santificadora en el Señor.
El evangelio a los elegidos de Dios es
como una semilla en buena tierra, en cambio el evangelio a los no elegidos por
Dios, es como una semilla en tierra infértil, es asi que en apoyo de la
parábola del sembrador se puede inferir que hay tierra fértil (los elegidos) e
infértil (los no elegidos), pero que el Sembrador esparce a todo lugar su
semilla que es la Palabra de Dios (Mateo 13).
Dios sabe a quienes ha elegido, pero no
por eso solo la Palabra es sembrada en unos corazones sino en todos, todos
deben escuchar el mensaje, unos lo recibirán y otros no, pero nosotros no
sabemos quiénes si la recibirán (Mateo 13:1-23; Marcos 4: 13-20; Lucas 8:
11-15). Aun Jesús mismo que sabía quienes le recibirían le compartió a todos,
aun dentro de sus doce le habló a Judas su Palabra, siendo El mismo la Palabra,
aun cuando no lo había elegido (Juan 13: 16-18), como escribió Sproul:
No todos los que oyen la Palabra de
Dios son salvos, y lo mismo es ciertos con muchos que responden a ella al
comienzo. Los que son genuinamente salvos son los que demuestran ser hacedores
de la Palabra. Cuando la semilla echa raíz y crece, hay fruto[6]
Para concluir esta sección es necesario
reconocer como Iglesia que no pertenecemos a otros ni a nosotros mismos sino a
Jesucristo quien nos ha salvado para conocerlo cada vez mejor, crecer en
nuestra relación con Él, pero tambien para predicarlo a todas las naciones de
la tierra. El mandato de la Gran Comisión no solo fue dado a los Apóstoles sino
a toda la Iglesia, como escribió Paul Washer:
los Apóstoles interpretaron los
mandamientos que les fueron dados con respecto a la Gran Comisión como no
limitados a ellos mismos sino como pertenecientes a un círculo más amplio,
incluso a toda la iglesia[7]
La
historia de hombres como Whitefield y Wesley, uno calvinista y el otro
arminiano, como la de otros, debe llevarnos a pensar que no debemos procurar
añadirnos a una corriente teológica sino en primer lugar adherirnos fielmente a
la Palabra de Dios, tanto unos como los otros han cometido errores de los que
deben ocuparse para dejar de llamarse pertenecientes a una tradición u otra
sino a Jesucristo en quien confían en oración, porque son aquellos que se
refugian en la oración y en el estudio profundo de la Palabra quienes podrán vivir
una vida digna ante Dios, como escribió Ryle:
He
leído la vida de muchos cristianos eminentes que han estado en la tierra desde
los tiempos bíblicos (…) Algunos eran calvinistas y algunos eran arminianos. A
algunos les gustaba usar liturgia, otros ninguna. Pero una cosa veo que todos
tenían en común. Todos ellos han sido hombres de oración.[8]
[1]Juan
Luis Lorda, Disputa de Heidelberg 1518, La Gracia de Dios (Madrid,
España: Palabra, 2004), 291.
[2] Las
95 Tesis de Martín Lutero (https://alatinacolonia2013.files.wordpress.com/2013/05/95-tesis.pdf.)
[3] Real
Academia Española, Misión (https://dle.rae.es/misi%C3%B3n)
[4] Editorial
CLIR, Carta de George Whitefield al Rev. Juan Wesley (https://www.clir.net/carta-de-george-whitefield-al-rev-juan-wesley/)
[5]
Paul Washer. El
Evangelio de Cristo Jesús
(Medellín, Colombia: Poiema Publicaciones, 2017), 41
[6]
R.C. Sproul. ¿Puedo estar seguro de que soy salvo?, 14
[7] Paul Washer. Artículo 33: La Centralidad De La Iglesia En
La Gran Comisión (Ministerios Heartcry, Noviembre 29 de 2021) https://recursosespanol.com/articulo/articulo-33-la-centralidad-de-la-iglesia-en-la-gran-comision/
[8] J.C. Ryle. Un llamado a la oración
(Pensacola, FL: Chapel Library, 2020), 5